miércoles, 27 de mayo de 2009

Una imagen

Demasiado tarde cuando las raquíticas noches se agolparon para salvarme del efecto de ser escupido por la luz. El asco no me permitía ver y la sangre fluía acelerada entre los surcos de mi cara. La luz atravesaba mis retinas y encendía los últimos recodos de mi cerebro, pudriéndolos con su nefasta intensidad. Luego tomé el cuchillo con fuerza y seguí cortando el contorno de mis párpados, apretando con las uñas mis mejillas. Las lágrimas emulsionaban la sangre y la fijaban en mis pupilas, las que intentaban enfocar lujuriosamente el faro. Su luz solitaria y la mía por fin estaban, ahora y para siempre, unidos por un monótono girar en la tierra.

viernes, 8 de mayo de 2009

Alucinaciones

Camino dentro del sueño en las mismas direcciones sabiendo la salida, como un feto que no debe nacer. Así que no queda más que dormirme y ser un prisionero del selvático hemisferio en donde él no me amaría, donde las paredes están cubiertas de espejos que me hacen creer en la humanidad cuando los demás no existen y sólo creo en mí mismo. Entre medio, recorro la selva con lentitud usando un largo bastón que me apoya del suelo; me hundo a veces en él y pienso en el rostro de mi amor mutilándose, deformándose en la extensión del cielo y su compleja simetría con el barro. Luego aprieto más mi bastón y me aseguro de recuperar fuerzas para llegar hacia la luz; camino vagamente iluminado por su sabiduría; ella da vueltas y me alumbra, periódicamente...

Y sin embargo no puedo reír, no puedo amar al hombre que deseo.