domingo, 13 de noviembre de 2011

Falacia

¿De qué servía habitar el faro si los barcos no sabían de tu existencia, si tú no los conocías en lo más mínimo? No te diste cuenta de que los barcos no habían pensado siquiera navegar cerca de tus aguas.

Sólo te queda nadar mar adentro y sumergirte en la oscuridad del mundo, con sus contradicciones, con sus faros destruidos por hombres como tú, igualmente desdichados, pero aún con una ligera esperanza, como algo que recobra lentamente la vida y te recuerda que por algo siguen existiendo barcos, que por algo anhelas nadar a pesar de que puedes morir congelado si lo haces.

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