De nuevo el amor, y otro escenario idealmente feliz. ¿Cuántas imágenes más había en su cabeza y que no le pertenecían? Recuerdos de una victoria en los sentidos, en todos los lugares, frente a cualquier mal. ¿Qué era, pues, sino una quimera mental, creada en lo más profundo de sus deseos?
Lo falso era lo que nos rodeaba, lo único verdadero que teníamos, más verdadero que las ideas, más humano que los hombres. No podía dejar de pensar en el mundo, en ese globo de colores con engendros de agua, devorando la tierra. Y no sabía qué hacer: si seguir la ruta infinita del océano hasta llegar a alguna parte, si regresar a tierra y tocarla, palparla nuevamente, cálida, eterna...
Pero sin embargo esas alucinaciones, esas putas alucinaciones... Esas terribles alucinaciones...