domingo, 22 de agosto de 2010

Dos.

A partir de entonces dejó su cuerpo al arbitrio de las preguntas. Ninguna respuesta logró satisfacerlo plenamente, por lo que decidió levantarse y evocar en la luz del faro alguna idea que lo sumergiera en el letargo. Con el paso de los minutos comenzó a contar los objetos que lo rodeaban desde el exterior. Pensó en él: transgredir la transacción, la carne, la utilidad de los movimientos, hacerlos inútiles... El frío terminó por arrastrarlo hacia su cama; sábanas deshechas que conservaban el olor a sexo de la noche anterior.

Las vueltas en la luz lo condujeron rítmicamente hacia la inconsciencia.

Tuvo sueños que mucho más tarde intentó desentrañar.

Pero ¿cómo nadie puede desentrañar el significado de los sueños?

miércoles, 18 de agosto de 2010

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Te pido que te comportes como la gente, como lo hacías antes de conocerme, como si luego del futuro quedara plasmada tu ingenuidad en las estatuas. Me quedo dormido pensando en qué contarte para no acabar con la atención hacia mi boca. Hablo de ti, de las canciones que se repiten cuando me preguntas por las características de tus entrañas, de eso aburrido que surge después de tomar demasiado. Supongo que no quiero seguir hablando de lo bien que era hablar liberándonos del exceso de heroísmo. Entonces vienes entrando con el sexo dispuesto a azotarme con vehemencia. Te ves radiante y único y asombrosamente visible. Al cerrar los ojos empiezo a desconocerte y la violación comienza sin ningún minuto de retraso.

sábado, 7 de agosto de 2010

Irracional

No, y quizá debido a aquella imprecación es que el deseo de lo contrario se hace más latente. Por tantos recuerdos tuviste que aceptarme para indicarme que, al final de este viaje, algo iba a decirnos que no iría a bastar más para levitar. El silencio, sentir que debajo de nosotros se alejaban los hombres, creando ramificaciones de humanidad. Dijimos que no y con ello murieron los viajes, las salidas al mar, el viento que nos empujaba hacia lo inexplorado. Con una sola negación nos abandonamos al hastío y la certeza de hallarnos encerrados en nuestras respectivas camas, cerrando a propósito los ojos, como si en la oscuridad nos sintiéramos menos solos. Y es así que en la madrugada surgen nociones antónimas de lo que me rodea: esperanza, paz, tú; palabras lo suficientemente deseadas como para no querer verlas aplicadas en lo que, sabemos, es lo único mediocre que nos acompaña, y que no permite lograr la revolución en nuestras cabezas.