domingo, 22 de agosto de 2010

Dos.

A partir de entonces dejó su cuerpo al arbitrio de las preguntas. Ninguna respuesta logró satisfacerlo plenamente, por lo que decidió levantarse y evocar en la luz del faro alguna idea que lo sumergiera en el letargo. Con el paso de los minutos comenzó a contar los objetos que lo rodeaban desde el exterior. Pensó en él: transgredir la transacción, la carne, la utilidad de los movimientos, hacerlos inútiles... El frío terminó por arrastrarlo hacia su cama; sábanas deshechas que conservaban el olor a sexo de la noche anterior.

Las vueltas en la luz lo condujeron rítmicamente hacia la inconsciencia.

Tuvo sueños que mucho más tarde intentó desentrañar.

Pero ¿cómo nadie puede desentrañar el significado de los sueños?

1 comentario:

Yasmin dijo...

Te amo, weón.
Ando tan cursi que no puedo terminar la frase de otra forma.