sábado, 19 de noviembre de 2011

Foco

Era casi de madrugada y su cuerpo reposaba entre medio de las sábanas. Se contentaba con escuchar discos viejos de algunas interpretaciones para piano. Sus ojos miraban fijamente el techo...

Quería decirle que había encontrado cosas felices allá afuera por estos días...

domingo, 13 de noviembre de 2011

Falacia

¿De qué servía habitar el faro si los barcos no sabían de tu existencia, si tú no los conocías en lo más mínimo? No te diste cuenta de que los barcos no habían pensado siquiera navegar cerca de tus aguas.

Sólo te queda nadar mar adentro y sumergirte en la oscuridad del mundo, con sus contradicciones, con sus faros destruidos por hombres como tú, igualmente desdichados, pero aún con una ligera esperanza, como algo que recobra lentamente la vida y te recuerda que por algo siguen existiendo barcos, que por algo anhelas nadar a pesar de que puedes morir congelado si lo haces.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Progreso

Quería caminar a la velocidad de los niños, cuando no van de la mano y dan pasos torpes o no van en línea recta; cuando no saben que hacia adelante está lo desconocido, cosas invisibles, de las cuales no es necesario preocuparse...

El frío le recordaba aún esa vida borrosa, bloqueada por el cansancio. Pero era tarde; alguien había decidido tomarlo de la mano y conducirlo en la dirección de la racionalidad, esa que no acepta bifurcaciones o arrebatos de asombro.

Había que estar contento. Había ganado.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Domingo

Cerrar los ojos era lo más sensato. Imaginaba que las personas eran como esas chispas que se mueven constantemente, que aparecen de la nada y se disuelven abriendo los ojos. Los abría y meditaba sobre el placer de estar acostado y dejar que las horas pasaran. Sus movimientos no obedecían ninguna velocidad específica, así como la habitación y los objetos que la conformaban. La ropa podría haber estado tirada meses; los papeles, la basura, él...

Quería descansar para no sentirse más agobiado de la gente. Pero aquella tarde los demás dejaron de preocuparle, o al menos dejó de presionarse por las preocupaciones que ellos mismos se causaban; algo que él mismo se reprocharía todas las noches en medio de su refugio.

Esa tarde habría preferido dormir todo el día, pero las preocupaciones jamás lo habrían abandonado tal como él esperaba, aunque por dentro no fuera eso el problema.