lunes, 30 de marzo de 2009

Guardafaro

Es tarde y tengo los ojos cerrados; los abro a ratos y afuera me alumbra un poste rojo anaranjado. No quiero abrir los ojos; froto mis pies contra el colchón y apoyo la cabeza en la almohada. Sueño con los restos de antiguos cadáveres, con marcas indelebles que sus manos imprimieron en mi cuerpo. Duermo con miles de hombres que se contemplan a través del fuego: con cada uno deberemos fundir nuestro cuerpo; lo multiplicaremos, lo clonaremos siguiendo una cadena sentenciosa y circular; agotaremos toda nuestra energía en mantener el circuito, todo como unos pequeños engranajes dentro de un robot omnipotente. A él lo ayudamos a reproducirse, a él lo engordamos con más de los mismos. Sorprendentemente él sigue siendo uno y nosotros millones. Pero ya llegará el día en que él se desmorone y nosotros volemos en distintas direcciones; un nuevo big bang se avecina pero dentro de nuestra raza, en nuestros tiempos. Nos fragmentaremos y seremos millones de pequeños esqueletos desolados, flotando en el inmenso espacio intergaláctico. Estoy ciego; nada más ciego que estar solo y con la cabeza apoyada en la almohada mientras confieso que estoy solo y ciego. Deseo desmoronarme y dividir en mí lo que se ha adherido en los huesos, arrancarlo de mí y eliminarlo. Soy más allá que venas y carne: soy una esfera, un mundo encerrado en mi mundo, una tautología, un principio que no necesita ser demostrado porque de aquí confluyen mis palabras; es desde aquí que respiro y grito y lloro y gimo, y es desde mi esfera que puedo oír el verdadero llamado de los iluminados y los muertos.

1 comentario:

Fenrir dijo...

Ando lento, m´s de lo normal, no te entendi nada, solo paso a saludar, un abrazo rasgado