viernes, 27 de febrero de 2009

Era tarde,

pero él habría estado toda la noche incluso, porque afuera había más aire que nunca; era como un fuerte huracán que lo acechaba. Sintió el viento en su cara y los zumbidos de otras eras, aplastándose unas sobre otras, golpeando ligeramente sus tímpanos. Era tarde y no había nada que hacer, salvo hipnotizarse en las revoluciones del faro y contar sus vueltas devotamente.

¿Éramos nosotros?; seguí tus pasos, tus huellas, como aquel loco que, de tanto huir, ya no reconoce su tierra. Ahora has desaparecido; entonces, ¿para qué?
La costumbre... Recuerdo que tu cara, en medio de la noche, fija ante la luz...; ella da vueltas y tú te ocultas y contrasta tu pelo con ella y la encandilas y las horas... No sabes que guiamos viajeros mientras nos hundimos, ¡más y más perdidos, más a cada vuelta!

No.
Tú no existes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un verso de khayyam

Desprecia a aquel que no ama la belleza.
Repugnante es el ser carente de pasiones.
Indigno es él del sol que alumbra, y de ese beso
con que suele aplacar nuestras penas la Luna.


nos vemos
Andrés