jueves, 19 de febrero de 2009

Wiosna

No, no pensó lo mismo que yo; Chopin pensó en otra realidad más estética, más elevada, más invadida de ficciones, más evolucionada que la mía. Estoy cansado y lo único que me queda por hacer es aplanarme en mi colchón oyendo algunas notas arrastradas, queriendo dormirme luego para arrancarme el dolor de cabeza. Chopin no se levantó todas las mañanas pensando si valía la pena hacerlo; él se levantaba y componía, vertía su dolor, su posible infierno, lo que fuese, en una partitura, liberándose del tormento que le provocaba el ocio. Sin embargo, Chopin nunca pensó que su música se aplicaría como principio a todos los seres melancólicos, que lo interpretan a su modo sin poseer más que el sentido de oírlo, de apropiarse de él, mientras piensan en cualquier cosa triste o patética.
No, no era el amor, no era la culpa; sólo la pena de saberme extinto, vacío de tanta mentira, comprometido hacia nada, encaminado hacia ninguna parte. Era el amor en su falsedad más evidente. Chopin, pero no eras tú...

Discúlpame por manosearte de nuevo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

8======3

Hay ruidos que al escucharlos nos despojan de cordura, llevándonos en un ciertamente ridículo devaneo emocional, un espiral vicioso interminable que sólo los melancólicos pueden desarrollar al máximo potencial. La música de Chopin va al ritmo de tu pena y de la tristeza que te provoca tu incapacidad de controlar tu incapacidad de controlar la red autocompasiva en que te enredas, sin un remedio al alcance de tus manos deprimidas y desvencijadas de dolor. Manosear su nombre es un pecado incorregible y un mal necesario


Tradcción aproximada: Chopin te deja pa'l pico, wn. Es la zorra

This one was a good one...