domingo, 6 de junio de 2010

Círculo

Esperó a que cayera la tarde y se tumbó en la cama con el único objeto de aturdir al instinto. Miró hacia el techo y respiró profundo mientras sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo en búsqueda del sexo. Cerró los ojos e imaginó que sus manos eran las de otro ser deseándolo a medida que sus manos masturbaban su pene. No existía el abandono; miles de hijos nacían para acompañarlo, nadaban ciegos en el humor disparado a la luz y aterrizaban en su cuerpo, mientras él gemía y la noche se hacía más intensa. Abrazó a sus hijos con las manos llenas de semen y comenzó a llorar, encogiendo su cuerpo como un feto; abrazó a sus víctimas antes de que fuera demasiado tarde, porque morirían alimentándose del océano hasta quedar seco, adheridos a su pecho, cansados de buscar la diminuta esfera de la vida. Lloró hasta dormirse, abrazado a sí mismo, él y sus pequeños hijos dispersos en la gran esfera, reencontrándose por fin, nadando juntos en la dirección de la luz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras mas sabemos de la vida..mas compleja se nos torna, mas aprensivos nos volvemos, mas irritables, mas tontos, mas miedos, temores, mas angustias mas todo lo negativo...y así mismo...menos sentimos, menos apreciamos, menos amamos y menos nos atrevemos a entregarnos y a permitirnos ser nosotros mismos….era mejor antes..