domingo, 27 de junio de 2010

Reminiscencias

Pronto nos iremos, allá donde la luz no nos alcance, donde las miradas dejen de esclavizarnos. Volveremos a través de los años que demacraron nuestros instintos. Y entonces las palabras volverán a la vida, y los recuerdos serán otra vez tangibles, y el llanto y la rabia y la esperanza, y los sueños en donde la luz del faro muere en obsolescencia. Solo, siempre solo, regurgitando personas y lugares hermosos que sobrevivirán de alguna manera a este sucio y triste pedazo de mundo.

¿Qué haré conmigo?

Existir y no volver a verme; cubrir mi cuerpo a la oscuridad de las noches. Pero los días seguirán doliendo en mis ojos, quemándolos con su infinita nostalgia. Y aún así deseo partir, contra toda locura y todo regreso; contra todo posible camino o final. Llegar a ninguna parte, y olvidar que alguna vez vestí un cuerpo de hombre.

Pero... ¡oh dios, qué haré conmigo!; ¡cómo lo hago para deshacerme de mí!

y no retroceder, no volver a gritar tu ausencia...


Creer ingenuamente que con un llanto algo puede irse para siempre.

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