(Cuento enviado a Santiago en cien palabras, año 2010.)
miércoles, 30 de junio de 2010
Febrero
Me pregunto en qué momento habré pasado debajo de tu pieza, de tu escritorio, de tu cuerpo, tus ojos, tu boca sonriéndole a los niños, y ellos preguntándote por qué se mueve tanto la tierra. Es que no saben que debajo de ella cruzan la ciudad miles de pequeños hombrecitos esperando ansiosos regresar a sus casas, y entre ellos yo, que todas las tardes mira hacia el techo, en dirección a tu ventana, con la intención de que sepas que nunca te he olvidado, y que extraña verte sonreír más, aquí, junto a nosotros, como si nunca te hubieses marchado.
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