domingo, 23 de agosto de 2009

Anhelo

¿Y si retrocediéramos, de sueño en sueño, hasta llegar a la primera esperanza?; no habría deseo o angustia, ni errores tontos que cometer. Al cruzar la puerta recordé que mi caminata había terminado... Mi cuerpo desde el cielo agarraba mis manos, haciéndome levantar los brazos y estirar mis piernas, como si volase con una facilidad suprema. Eran mis recuerdos que querían jugar conmigo, acompañarme en las últimas vueltas de mi marcha. Comencé a mover mis brazos en círculos y mi cuerpo tembló, mientras la luz del faro iluminaba las mareas. Hasta la primera esperanza, sí, donde no pudiera necesitar de las súplicas, donde me transformase en el hombre más sencillo...

Donde mi llanto acabase su infierno, y mi amor se extinguiera entre las llamas.

Ser un viejo y morir jugando
como el niño que alguna vez fui
y que nunca debí haber abandonado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los anhelos son siempre necesarios, si no existieran no existirían los sueños, ni las metas. Buena reflexión, un gran abrazo.