martes, 11 de agosto de 2009

Subterfugios

Hoy los rostros se escondieron debajo de las olas para no cruzarse conmigo; la cura de mi vacío no la pude encontrar, pues, en ninguno de ellos. Hoy vagué en el borde de la tierra; a cada paso sentí que me hundía un poco más en el mar. Cerré los ojos para imaginar la forma que tendrían los hombres que me evaden, como en la cueva de Platón: ojos apretados, bocas alisadas, pechos firmes y muslos ágiles y... ¡no!: sombras. Sombras... Si no fuera por tu luz ya habría muerto; habría sido alimento para la noche, para el aire, para las ánimas. En tu monumental construcción el agradecimiento hacia tu obra no existe; sólo están los torpes que, como yo, te cuidan inútilmente. Y es que no existen más que idiotas tristes; esa es la verdad en todo esto, pero tú estás por sobre lo humano. Sí, hablo solo, me comunico con el mar, con la turbulencia de las corrientes; escuchen qué me responden: hablan quedamente...

Tengo sueño, y en mi mente la noche se conjuga para ofrecerme un espectáculo misterioso. La persecución comenzará en unos instantes; la vida arderá en la huida y la perderé de mi alcance; mis manos no podrán abrazarla. En su juego haremos trampa... y yo terminaré perdiendo.

No volverán a ver la luz los rostros que quise alguna vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"No volverán a ver la luz los rostros que quise alguna vez."

¿por qué?

Jonathan dijo...

No sé; pregúntale al guardafaro, no a mí... jajajajajaj.