jueves, 6 de agosto de 2009

Entretanto

Soy un guardafaro que sonríe a la cámara que me enfoca desde las olas. Aparezco con el faro de fondo y las nubes a punto de empaparme. Luego la cámara da vueltas en mi cuerpo y se centra en mis expresiones faciales. Suena un piano lento e íntimo, mientras una voz invisible recita un poema y repasa lo que he escrito en mi diario hace algunos días.
Ahora me encuentro en mi habitación, y en la cámara se nota la ventana y mi silueta, contrastada con la luz del sol. Me acuesto y miro hacia la ventana; la cámara toma mi perfil desde la esquina inferior derecha de la cama. Me masturbo pensando en cualquier hombre y miro fijamente el cielo. El piano suena más despacio y cierro los ojos.

Estoy en el foco, el corazón del faro; da las mismas vueltas predecibles para mí. Me concentro en la luz proyectada que atraviesa los cristales. Evado la luz caminando de espaldas a ella, al tiempo que recuerdo mi antigua vida de hombre, sí, precisamente de hombre; en estos tiempos he dejado de serlo.

El final de mi historia lo conozco, pero trato de no asustarme; debo vivir como si todo esto no me hiciera daño, ignorando que queda poco tiempo para que mi sueño termine.

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