lunes, 6 de abril de 2009

Santiago en cien palabras

A sus noventa años el ruido de las micros lo atormentaba y en el metro nunca tenía la tranquilidad suficiente. ¿Qué momento le quedaba para empezar a escribir? Sólo sabía que necesitaba hacerlo, que si no escribía no podría dormir, que el mundo no tendría sentido si él se marchara y nadie llegase a leer lo que aún no ha podido contarnos.
Anoche hubo menos gente en el metro, así que tuvo veinte minutos para escribir.

Estaba muy nervioso.

Casi llorando, esbozó lentamente, con mucha dificultad, una sencilla palabra.

El tren se llenó de flores y se detuvo por horas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comencé a amar estas cien palabras. Soy Gilgamés.