Aquel joven actor de la miseria saciando sus manos con aire.
Un melancólico que se reinventa y que despierta sin salir del sueño.
Perpetuos encuentros y desencuentros representando una comedia, una mezcla inaccesible de nostalgias, una agradable persuasión y evasión del vacío.
El gran salto.
La culpabilidad ahora ya no puede tocar la carne.
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