lunes, 20 de abril de 2009

Trapecista

Aquel joven actor de la miseria saciando sus manos con aire.
Un melancólico que se reinventa y que despierta sin salir del sueño.
Perpetuos encuentros y desencuentros representando una comedia, una mezcla inaccesible de nostalgias, una agradable persuasión y evasión del vacío.

El gran salto.

La culpabilidad ahora ya no puede tocar la carne.

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