martes, 21 de abril de 2009

Absoluto

Así es como debo verlos: muertos, sólo para negarme la fantasía de amarlos alguna vez; para que, así, las distancias se concreticen. Nunca llegamos a saberlo todo, tal es nuestra perdición y motor de la vida. Es absurdo, para conocer algo es necesario matarlo o desvanecerlo; para alcanzar la perfección es necesario morir, enloquecer o vivir solo entre fantasmas o materia inanimada. Así, la felicidad no es más que un error estimable; la aproximación hacia algo que, a medida que creemos alcanzarlo, más nos damos cuenta de su lejana inexistencia.

lunes, 20 de abril de 2009

Trapecista

Aquel joven actor de la miseria saciando sus manos con aire.
Un melancólico que se reinventa y que despierta sin salir del sueño.
Perpetuos encuentros y desencuentros representando una comedia, una mezcla inaccesible de nostalgias, una agradable persuasión y evasión del vacío.

El gran salto.

La culpabilidad ahora ya no puede tocar la carne.

martes, 14 de abril de 2009

Hastío

Las nubes me resultan fastidiosas. En realidad casi todo me fastidia ahora: la sed, la risa, la miseria, la inutilidad de los hechos (apócrifas descripciones por lo demás). Yo me autofastidio, sólo por jugar a no poder ser lo que busco. Porque la libre elección es un juego inalterable, un juego de oscuros recintos donde el abandono es el vil sustentador. Cada apuesta es un predecible fracaso que nos hunde en más apuestas. Y todo sigue igual porque todo se ha tejido, porque la costumbre me paraliza, porque otoño ya no es más el de las agradables hojas secas, porque los personajes de los libros me han secuestrado y porque vivo en las podridas letras de escritores grotescos.

domingo, 12 de abril de 2009

Meditaciones

Te decían algunas palabras mientras ebrio pensabas si podía acaso existir una razón para no acabar contigo; y te respondiste que no, junto con esas frases que te sabías de memoria y que no olvidaste porque estás solo. Y cómo quisiste llorar esa vez sentado a los pies del faro, de noche, junto a un remedo del que amabas, aquel que perdiste desde siempre. Todo para darte cuenta de que las palabras habían muerto con él, y de que se te había hecho tarde, tarde en todo, para siempre.

miércoles, 8 de abril de 2009

Porvenir

El príncipe se dirigía raudo al castillo en cenizas. Su princesa estaba repartida en trozos por entre las rocas. En su locura bebió y besó la poca sangre húmeda; porque traicionar su promesa, no, eso nunca.
Las hadas han muerto con ellos, pero él vive, todavía. Es un cobarde: ante todo, él.
Quedan más castillos.
La sangre se quita con agua y jabón, aunque nadie lo crea.
Ante todo, él.

martes, 7 de abril de 2009

Santiago en cien palabras II

Antes de irme por completo, quisiera que me nombraran en televisión y en diarios nacionales. Quisiera que me transportaran por la Alameda, que se crearan tacos y sonaran miles de bocinas. Quisiera que se discutiese mi partida y que creara polémica mi futura ausencia. Quisiera que la gente gritase emocionada mi nombre, que mis padres me echaran de menos, que mi padre pudiese llorar un poco por mí...
No, no tiene caso; cierre mis párpados y llene todos los papeles pertinentes; pero antes prométame, se lo suplico, que llegaré a ser alguien importante, al menos, para una sola persona...

lunes, 6 de abril de 2009

Santiago en cien palabras

A sus noventa años el ruido de las micros lo atormentaba y en el metro nunca tenía la tranquilidad suficiente. ¿Qué momento le quedaba para empezar a escribir? Sólo sabía que necesitaba hacerlo, que si no escribía no podría dormir, que el mundo no tendría sentido si él se marchara y nadie llegase a leer lo que aún no ha podido contarnos.
Anoche hubo menos gente en el metro, así que tuvo veinte minutos para escribir.

Estaba muy nervioso.

Casi llorando, esbozó lentamente, con mucha dificultad, una sencilla palabra.

El tren se llenó de flores y se detuvo por horas.

sábado, 4 de abril de 2009

Cigarro

Sé que te ríes de mí a la distancia; lo dice la luna y su estúpida cara. Te conozco sólo la mediana parte, esa parte burda, sucia, aberrante; y sí, ahora estás lejos y no me importa, pero es que la noche se parece a esa en que atravesaste insaciablemente el sexo en mis entrañas. Nunca te hartaste de mí y ríes porque sabes que estoy muerto por dentro, aún lejos, habiéndome borrado de la tierra. Monstruo oculto en el abismo; allí tú sonámbulo, ausente. Y no puedo ver tu cara rehaciéndose porque ya no eres la miseria que me vomitó hacia la vida. Sólo me queda la luz del faro dando vueltas, pero ella es como el dios que nada le interesa. Vamos, luz, alumbra un poco este cuerpo podrido, preso del recuerdo, de la noche, los años, el deseo, la ausencia, dios, tu ausencia...